domingo, 26 de diciembre de 2010

Ejemplos

Qué difícil es escribir algo sobre la última dictadura militar que castigó a nuestro país y no caer en las cosas que se dicen siempre.

Pero por qué no debemos caer en ellas si cada vez que las leemos, nos siguen emocionando, si indefectiblemente se nos pone la piel de gallina y sentimos un nudo en la garganta.

Será porque las sentimos presentes. Razones hay, y muchas, para que así sea. 30.000.

El 24 de marzo de 1976 se ponía en marcha un proceso que iba a resignificar la historia, pasada y futura, de nuestro país. Como Nación debimos atravesar nuestro período más doloroso. Asesinatos, torturas, violaciones, detenciones masivas...las principales víctimas: los jóvenes de aquél entonces. La juventud del 70`. Pero los delitos que se cometieron fueron de tal magnitud y naturaleza, que nos afectaron y nos van a seguir afectando a TODOS siempre. Son de Lesa Humanidad.

Supimos sobrevivir y con grandeza. Los obstáculos y las resistencias también estuvieron presentes, pero aprendimos y dimos los pasos necesarios (todos los días debemos darlos) para que Nunca más pase algo así.

El juicio a las juntas militares fue un hecho sin precedentes en el mundo. Nunca se había visto que un país juzgue, en su territorio y bajo su ordenamiento jurídico, a los máximos responsables del terrorismo de Estado. Sin embargo, luego fuimos testigos de otros acontecimientos que empañaron un poco esa ejemplaridad.

Indultos, obediencia debida y punto final.

Es difícil no cuestionar a los autores de tales medidas que terminaron protegiendo y beneficiando a los dictadores. Si bien el hecho de haber sido ejecutadas en otro contexto -las FFAA continuaban revistiendo mucho poder y la democracia aún se encontraba frágil-, podría considerarse como un atenuante, es necesario tener en claro que las mismas nunca debieron ser tomadas.

De igual manera, celebramos, antes y ahora, la asunción en 2003 de un gobierno democrático que adoptó como política de Estado el juicio y castigo a los responsables de los mayores horrores. Fueron muchas las medidas adoptas en este sentido, y todas ellas importantes en nuestro camino hacia una sociedad que no olvide, no perdone y juzgue legalmente. Todas características que nos hacen maduros y responsables para con nuestro pasado y futuro.

La última semana fuimos testigos de un claro ejemplo de lo que venimos diciendo. En el marco de este proceso de justicia con nuestro pasado, se conocieron las sentencias a algunos genocidas que están siendo juzgados, entre ellos a Videla. Nada les devolverá sus hijos o nietos a las Madres y Abuelas, nada les borrará el sufrimiento a los miles de torturados. Pero cuando no hay justicia, el delito es doble, y por lo tanto, el Estado es doblemente responsable.

Ver a Videla sentado ante un tribunal de justicia, habiendo sido objeto de un procesamiento legal y recibiendo la condena a cadena perpetua, no deja mucho más por decir. Es el mejor ejemplo que nos podemos dar como sociedad, a nosotros, a los que vendrán y al mundo entero.

Cuando el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner, manifestó en la Asamblea de las Naciones Unidas que eramos todos hijos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo dijo, seguramente, una gran verdad que pocos se hubiesen animado a decir.

Porque si vivimos en la mentira y la complicidad no somos dignos de enfrentar nuestra historia.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith

domingo, 19 de diciembre de 2010

Los de siempre

La fuerza del discurso dominante es muy grande. Su posición le permite gozar de ciertos privilegios que los demás discursos en pugna no poseen. Sus defensores son, por lo general, mayores en número y en poder, y sus detractores, los verdaderos, los que no se venden al mejor postor, deben luchar ferozmente por sobrevivir.

El neoliberalismo consiguió su reinado, en nuestro caso como en el de muchos otros países, a costa de fuerza y sangre. La última dictadura militar que nos castigó fue la responsable de su instalación como paradigma dominante, siendo este uno de sus profundos legados.

Los gobiernos que restablecieron el control civil del Estado no quisieron alejarse de esos cimientos económicos, políticos y sociales que habían establecido los militares. Pero ya no hacía falta el uso del terror como lo llegamos a conocer por esos tiempos. Sin embargo, la violencia iba a decir presente bajo otras caras: hambre, pobreza, privación de derechos.

La idea matriz que guiaba el discurso era el libre juego de la economía, era el retiro del Estado, era la no interferencia entre los privados, era la esperanza del derrame.
El resultado es bien conocido. Los únicos beneficiarios fueron los de siempre, los más fuertes. La supervivencia del más apto en términos puramente económicos. Y el derrame que nunca llegaba, que nunca llegó.

Tras la falaz apariencia de un bienestar general, que rápidamente desnudó su fragilidad, se ocultaba la continua y profunda erosión de los cimientos de una sociedad justa e igualitaria.

El anochecer neoliberal (por poetizar la terminología) generó lesiones sociales, políticas y económicas muy profundas. La salud, la educación, la cultura, por citar algunas, sufrían heridas de las cuales parecía difícil recuperarse.

Sin embargo, luego del anochecer neoliberal llegó la hora, siguiendo con la poesía, de un despertar estatista. Encontramos la solución que muchos buscábamos y muchos otros querían que no encontremos.

Un Estado presente, activo, redistribuidor. Un Estado que vele por la supervivencia de aquellos a los cuales las fuerzas del mercado se lo hacían muy difícil. Si no era el Estado, quién sería. La torta podía agrandarse, pero los pedazos más chicos lo eran cada vez más, mientras que los más grandes también crecían.

Entonces apareció el Estado como una poderosa llave para solucionar ciertos problemas. Es el único que tiene la capacidad para enfrentar, y vencer, a los poderes que no querían que nada cambie.

Es un notable acontecimiento el destrone del neoliberalismo como discurso dominante. Es un paso nomás, pero quizás el más complicado de dar.

La lucha debe ser constante y debe dar continuos signos de vitalidad. La inclusión debe avanzar cada vez más, y no satisfacernos con estos primeros pasos.

Sólo así evitaremos un nuevo embate neoliberal. Sólo así seremos una Nación más justa e igualitaria.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith

domingo, 12 de diciembre de 2010

¿Está bueno?

“…y a todos aquellos que quieran habitar el suelo argentino…”


Infantil sería desconocer que las expresiones xenófogas existen en todas las sociedades, estén más o menos extendidas. Ingenuo sería pensar e intentar que así no sea.


En una sociedad democrática no podemos impedir este tipo de manifestaciones discriminatorias. Lo que sí podemos es condenar enérgicamente cada una de ellas.


Una situación en la que una personalidad política, incluso con aspiraciones presidenciales, haga una declaración de este tipo no deja de sorprendernos. Y en el momento en que la hace, más aún. No está bueno, Mauricio. No es PRO.


Bueno estaría que se haya preocupado por tratar un problema tan importante como el de la vivienda. Bueno estaría que no haya subejecutado el presupuesto asignado a la construcción de viviendas. Bueno estaría que dé el mismo trato e importancia a todas las zonas de la Ciudad. Pero no sería PRO seguramente.


Partiendo del supuesto de que la ignorancia o la falta de información no fue lo que motivo la declaración, caemos en un discurso retrógrado propio de la derecha conservadora. Es la vinculación lineal, falaz por supuesto, de asociar a los inmigrantes de los países limítrofes con el narcotráfico, el terrorismo, la inseguridad.


El problema es que el pedido de endurecer las políticas inmigratorias interpela a numerosos segmentos de la población que se sienten identificados. Haciéndolo, activan, confirman o dan fuerza a pensamientos que responden a lo más oscuro de la naturaleza humana.


No descubrimos nada diciendo que Argentina es un país que, post colonización, así como dio, recibió mucho de la inmigración. Fue un país que abrió sus puertas a muchas personas que buscaban oportunidades o escapaban de guerras. Muchas veces no habrá sido lo que soñaban o les prometían, pero sin duda fue un lugar que aceptó y respetó la diversidad cultural.


Quizás sea esa mezcla de nacionalidades una de las mayores riquezas que atesora nuestro país. No sólo la mezcla en sí, sino la aceptación de ella.


Debería ser motivo de orgullo vivir en un país que siga aceptando sin mayores restricciones a quienes quieran habitarlo. Ser solidarios como sociedad ante quienes lo necesitan, otorgando derechos y responsabilidades es algo que nos enaltece.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

domingo, 5 de diciembre de 2010

Núcleo

A lo largo de la historia, el régimen político siempre fue objeto de estudio y análisis. La búsqueda del mejor o más apropiado para el desarrollo de la vida humana fue una continua preocupación que se registra, al menos, desde que nuestros tiempos son documentados.


De la mano con la anterior indagación, se presenta la búsqueda de fundamentación a la necesidad que tiene toda sociedad de que algunos manden y otros obedezcan, siendo los primeros uno o unos pocos y los segundos la gran mayoría.


No es nuestra intención hacer un recorrido histórico por las diferentes respuestas que los hombres se dieron a estos interrogantes. Actualmente, la gran mayoría de nosotros vivimos en países en los cuales es el pueblo quien gobierna, poseyendo derechos y obligaciones y creyendo en un entramado legal por el cual ciertas personas, temporalmente, son elegidas para dirigir los destinos del país.


La democracia es, para muchos de nosotros, el mejor régimen para vivir. Una democracia en la que el pueblo pueda gobernar verdaderamente por medio de sus representantes, en la que crea en dicho vínculo subjetivo y tenga razones para ello. Una democracia que incluya cada vez a más y que los incluya mejor. Una democracia más democrática y más republicana.


Estos últimos días se desarrollaron dos cumbres de mandatarios regionales, la de la Unasur y de Iberoamericana. Si bien, necesariamente, los temas tratados y los participantes no fueron los mismos, en ambas sobresalió un espíritu compartido.


La unidad latinoamericana fue objeto de análisis en otro artículo, sin embargo ahora queremos detenernos en la unidad en el respaldo al régimen democrático.


La cláusula democrática, suscripta por todos los países de América del Sur, establece que cualquiera de ellos que se aleje de dicha régimen es inmediatamente expulsado de la Unasur. Esto no implica solamente el establecimiento de un rápido mecanismo de respuesta ante una posible vulneración de la soberanía de alguno de los países. Representa, a su vez, una firma declaración de principios. No de menor importancia por nuestra historia y nuestro presente.


El establecimiento de democracias con las características que más arriba describimos suelen ser procesos que afectan intereses poderosos, que no se acostumbran fácilmente a no ser privilegiados. Es, por lo tanto, de gran significación el respaldo que adquieren con la cláusula democrática.


Iberoamérica fue también escenario de dictaduras, sangrientas y, valga la redundancia, duras. Resulta, a nuestro juicio, más que un dato de color que el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, no haya podido estar presente en Mar del Plata debido a que su país está inmerso en una gran crisis. Y, cuanto menos paradójico observar cuáles son las medidas que se toman para salir de ella.


Como dijimos, los procesos de democratización son largos y generan poderosas resistencias. Como estamos viendo, deben tomarse como núcleos básicos de consenso. Y responder con más y mejor democracia.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

domingo, 28 de noviembre de 2010

Relaciones de Fuerza

Las elecciones legislativas de medio término en 2009 marcaron, como suele suceder en los presidencialismos como el nuestro, la pérdida de la mayoría por parte del oficialismo. El resultado de dichos comicios fue adverso para el kircherismo y, por lo tanto, configuró un Congreso en el que sus diputados, si bien eran la primera minoría, no eran por sí solos mayoría.


Este último dato resulta significativo: ninguna fuerza política autónomamente alcanzaba la mayoría, pero la primera minoría seguía siendo el oficialismo. Esto implicaba que los opositores debían unirse, consensuar, para poder vencer al kirchnerismo en las votaciones legislativas.


Luego de la retórica propia de la campaña electoral, se abría un período en el que los partidos políticos opositores debían evidenciar un amplio compromiso democrático y la suficiente apertura al debate para que no terminar en una parálisis legislativa. Debían asumir la responsabilidad que las urnas les habían asignado y no defraudar.


A un año y medio de dicha renovación parcial del Congreso Nacional las evidencias están a la vista. Las leyes impulsadas por el oficialismo no pasaron tan fácilmente como otros años, sin embargo no fueron muchas las veces en que lograron ponerlo en jaque. La oposición no funcionó armónicamente como ellos mismos pregonaron e, incluso, abundaron las peleas y rupturas entre sus filas.


Unirse en el rechazo es fácil. No así tener un proyecto y definir políticas en conjunto. Podríamos hablar de irresponsabilidad, o de falta de conciencia de sus propias limitaciones. No asumieron la responsabilidad democrática que les cupo como oposición.


Ante este panorama, en cambio, el oficialismo no sufrió demasiados sobresaltos. Si bien, como dijimos, no manejó el Congreso como en otros momentos, supo asumir su rol, fue consciente de la relación de fuerza existente y actuó en consecuencia. Esos ingredientes sumados a la convicción por un proyecto político en marcha, confluyeron en un desempeño satisfactorio.


En las últimas semanas, el tratamiento legislativo del presupuesto nacional de 2011 fue una muestra más de este escenario que describimos. Desestimando la importancia que merece el mismo, las fuerzas opositoras se dieron el lujo de protagonizar un tratamiento cercano a lo payasesco y, más grave aún, de privar al país de una ley de presupuesto para el año próximo.


El presupuesto, como tal, constituye el plan del Gobierno, aquello que se compromete a realizar y, trasformado en ley, adquiere la legitimidad que necesita en un régimen democrático para su implementación.


Merece la pena remarcar un fragmento de la intervención en el recinto de Agustín Rossi, jefe de la bancada kirchnerista en la Cámara Baja, que aporta luz sobre estos asuntos: “¿Cuál era la diferencia o la coincidencia entre la oposición de 1987 a 1989, de la oposición de 1997 a 1999 y la actual? La oposición del peronismo en 1987 pensaba que podía ser gobierno en 1989; la Alianza en 1997 pensaba que podía ser gobierno en 1999, pero me parece que ustedes no creen que puedan ser gobierno el año que viene. Entonces, les importa poco la idea de mantener las pautas mínimas macroeconómicas institucionales para que se desarrolle la Nación”.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

sábado, 20 de noviembre de 2010

Soberanía

La Confederación Argentina enfrentaba tiempos difíciles, interna y externamente. Gobernada por Juan Manuel de Rosas buscaba la afirmación de una soberanía naciente, en una nación por entonces no definida y con componentes que no se reconocían como tales.



Las tropas anglofrancesas, el ejército más poderoso del mundo por esos años, se dirigían a las costas del Río de La Plata con un objetivo claro y, podríamos decir, propio de las potencias dominantes cualquiera sea el momento histórico: asegurar la libre navegación de los ríos. Buscaban asegurar que ningún intento de regulación se efectúe y así abrir las puertas al ingreso irrestricto de sus productos.



A la fuerza. Suena familiar.



Finalmente, la batalla se produjo el 20 de noviembre de 1845 en una pequeña localidad llamada Vuelta de obligado, situada en las cercanías de San Pedro. Como dijimos, se enfrentaron las tropas anglofrancesas, superiores en armamento, preparación y cantidad, con las de la Confederación Argentina.



La historia de la heroica y victoriosa defensa de las milicias comandadas por Lucio Mansilla no nos atañe directamente. Sí, ciertas reflexiones que dichos acontecimiento despiertan.



La historia de una nación constituye el pasado común de un pueblo y, como tal, posee una función social unificadora. Es una re-construcción arbitraria e intencionada que responde a la correlación de fuerzas en un momento histórico determinado, en busca de su materialización. Aquellos que detentan el poder eligen sobre qué y quiénes posar la lupa de la historia, así como por dónde no pasará.



La soberanía se puso en juego en 1845 y se pone en juego continuamente. El derecho de una nación a autodeterminarse, a decidir sobre su propio destino según sus intereses, es algo que se amenaza y se defiende no sólo militarmente. Quizás cuando no adquiere esa forma es cuando sea más peligroso.



Sabemos de sectores dominantes dispuestos a vender nuestra soberanía al mejor postor. Las dictaduras militares que regaban nuestro continente en la década de los ´80 son claros ejemplos de olvidos de la soberanía, de negación a pueblos enteros el derecho a elegir su propio camino. No nos sorprende la noticia de la confirmación de la injerencia de Estados Unidos en la dictadura pinochetista en Chile, seguramente no sea el único país.



Amenazas a la soberanía por parte de ejércitos extranjeros, por parte de grupos económicos multinacionales. Las amenazas a la soberanía van mutando, van acomodándose a los nuevos tiempos.



La negativa del Gobierno Argentino a ser auditado por el Fondo Monetario Internacional, es la negativa de una nación libre a ceder parte de su soberanía. Es la defensa del derecho a regir nuestros destinos.



Antes con las armas. Ahora con las ideas y las convicciones.



Los tiempos cambian, aunque algunos no quisieran.



Hasta la próxima, siempre…



Winston Smith

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mirábamos. Miramos.

América Latina sin duda sabe de crisis. Sabe, y mucho, de desigualdades. Sabe, y desde hace mucho, de explotaciones. Sabe de injusticias. Sabe de pagar deudas y costos no propios. Sabe de ser dominado.


Pero también América Latina sabe de luchas. Sabe, y mucho, de esfuerzo. Sabe de solidaridad. Sabe de convicciones. Sabe de utopías. Sabe de equivocaciones. Sabe de pueblos valiosos.


Son, estos, tiempos de una América Latina unida, fuerte y solidaria entre sí. Son tiempos en los cuales, como dijo Cristina Kirchner, quizás como nunca los mandatarios de la región reflejen y representes a sus pueblos.


En todos los momentos donde se puede ver a los presidentes latinoamericanos juntos emerge fácilmente la unidad y el respeto mutuo. No estamos exentos de conflictos o crisis, ya sea internas o entre nuestros países, y sin embargo las soluciones conjuntas y pacíficas son una costumbre.


Quizás, como nunca antes, estemos haciéndonos dueños de nuestro destino. En otros momentos de la historia quedábamos presos del discurso dominante que nos posicionaba en una situación de pobreza y debilidad (no necesariamente ficticio), y por lo tanto, a la espera de las recetas y soluciones de “expertos”.


Recetas y soluciones importadas que no eran para nuestro beneficio, o para el de la mayor parte de nosotros. Se sostenía una situación de dominación que se extendía hacia varios aspectos de la vida: económica, cultural, política.


Mirábamos hacia Europa.


No mirábamos al interior de nuestros países, o de nuestra región. Invisibilizabamos, seguramente sigamos haciéndolo, las profundas desigualdades que albergamos. Desconocíamos, queremos creer que esto empezó a cambiar, nuestras propias particularidades.


La dictadura de mercado es muy cruel y sangrienta. Mata, sin piedad, hombres y mujeres. Mata, sin piedad, solidaridad entre hermanos. Es una dictadura porque no tiene frenos, y es también porque no la elegimos.


Muchas cosas, desde hace algún tiempo, nos demuestras que las cosas están cambiando. La unidad de las naciones latinoamericanas es una de ellas. La negativa a la intromisión de organismos externos en nuestros asuntos es otra.


Es un camino largo, complejo, en el cual emergen permanentemente elementos del pasado que luchan por volver. Episodios como los de Grecia o los recientes de Francia, nos señalan que estamos por el camino correcto. Al menos, el nuestro.


La unidad latinoamericana, con estas características, es una novedad que nos enorgullece como pueblos hermanos que somos.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

domingo, 7 de noviembre de 2010

AUH para la Protección Social

“Esto no terminará con la pobreza, pero servirá como paliativo para
quienes todavía no tienen trabajo”.
Cristina Fernández de Kirchner, 29
de octubre de 2009.


El 29 de octubre de 2009 la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, anunciaba la creación de la Asignación Universal por Hijo (AUH). El cumplimiento de un año de su implementación es motivo más que suficiente para hacer un breve análisis de sus efectos.


La AUH es una plan social que claramente apunta a la inclusión social y que, desde una humildad razonable, no deja de ser muy ambicioso. Tal como lo reflejan las palabras de la Presidenta, el plan no busca lograr el fin de la pobreza, pero sí contribuir a la inclusión de sectores marginados otorgándoles herramientas para gozar de más y mejores oportunidades.


Seis de cada 10 chicos que se benefician con la asignación anteriormente mencionada no percibían ningún tipo de plan social nacional. Esto se refleja automáticamente en una disminución de la pobreza y de la indigencia. El Estado llegando a sectores a los que antes no llegaba.


La masividad de alcance de la AUH, que llega a más a de 3.6 millones de chicos en 1.927.310 hogares en todo el país, hace que sea comparada con dos iniciativas ejemplares, según las Naciones Unidas, en esta materia: la Bolsa Familia en Brasil y el Plan Oportunidades en México.


Por otra parte, la implementación de la AUH busca generar incentivos para el acceso y la demanda de derechos básicos como son la educación y la salud. Una parte del dinero de la asignación únicamente es percibida con la presentación de los certificados de escolaridad y vacunación.


Este requisito produjo, en el último año, un significativo crecimiento de la inscripción en preescolar y en secundarias, así como en las visitas a hospitales, siendo para muchos chicos su primera revisación médica. No podemos dejar de lado el gran desafío, y compromiso, que esto representa para el Estado, que debe mostrar solidez y la capacidad de respuesta adecuada.


La matrícula en las escuelas secundarias creció 25 por ciento en el año, mientras que los controles de salud y vacunación aumentaron 56 por ciento y la inscripción en el Plan Nacer de cobertura médica a embarazadas y recién nacidos subió en 750 mil personas(http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-156248-2010-11-04.html).


En un sentido similar, la AUH promueve el consumo. Según ciertos informes sobre el plan (de ANSES, OIT y privados), quienes perciben el subsidio por los chicos, en su mayoría las madres, lo destinan a bienes básicos, útiles escolares, indumentaria y materiales para mejorar sus hogares.


No debemos pensar ingenuamente que la AUH es perfecta, ni que soluciona todos los problemas de inclusión o pobreza que tenemos. Necesita, entre otras cosas, de transparencia en la distribución y de publicidad, como lo contrario a discrecionalidad o arbitrariedad.


Inclusión. Derechos. Dignidad.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

domingo, 31 de octubre de 2010

1950-2010


El miércoles 27 de octubre de 2010 quedará en la historia como un día triste. A las 9.15 hs., en Calafate, falleció Néstor Carlos Kirchner, a los sesenta años de edad, por motivo de un paro cardíaco.

En un país como el nuestro, en el cual los gobiernos de facto no fueron una excepción, sino que prácticamente se alternaron con los gobiernos democráticos, Néstor Kirchner tiene ganado un lugar especial en la historia, por el hecho de haber sido elegido Presidente por el pueblo argentino. Sin embargo, la profunda huella que dejó en la historia, se debe a muchas otras causas…

No debemos olvidarnos de las particulares circunstancias en que fue elegido Presidente. Kirchner asumió la primera magistratura en el año 2003 luego de una intensa crisis que sacudió al país en muchos aspectos y que puso en jaque su vida institucional. Inició su gestión con 22% de apoyo de la ciudadanía, y la culminó con 50% de imagen positiva, cediéndole el lugar a Cristina Fernández con el mandato popular de continuar el modelo iniciado por Néstor.

Extrayéndonos un poco de aciertos o desaciertos, de simpatía o no hacia sus políticas y decisiones, creemos que el principal logro que se puede atribuir a estos años de gobierno del kirchnerismo fue ubicar nuevamente a la política en el centro de la escena pública.

La década de los noventa fueron años de desprestigio de la política, años en los que todo lo que se relacionara con dicha actividad era considerado turbio, y en los que se privilegiaba el no te metas. Bajo la tutela de Néstor Kirchner, la política recuperó el protagonismo que le corresponde, y lo hizo en toda su dimensión configuradora de lo social.

Por eso es que decidimos desde acá, recordar y homenajear al ex mandatario. No solamente se volvió a hablar de política en todos lados y abiertamente, algo ya de por sí sumamente valorable, sino que todos pasamos a entenderla como una actividad que le da sentido a la sociedad en que vivimos.

La sociedad se presenta como un todo desordenado que debe significarse completamente, tanto el conjunto como sus elementos, y es justamente ahí donde entra la política. La política es, desde nuestra visión, desde donde se lucha por ordenar ese todo desordenado, desde donde se busca otorgar significado y sentido a la vida en común.

La democracia de los ´90 es la democracia de la indiferencia, del “dejar hacer”, es una democracia pobre, frágil. Felizmente, los jóvenes de hoy entendimos que es posible un modelo de país diferente: un país con debate, con participación, con proyectos.

No faltan ejemplos de políticas impulsadas por el kirchnerismo que van claramente en esta dirección y, sin dudas, la sociedad argentina no es la misma luego de los casi ocho años en que gobernaron al país. Ahora sabemos lo que somos y lo que podemos ser. Por primera vez en muchos años estamos firmes, somos fuertes y sabemos a dónde no queremos volver.

No nos parece justo culminar este humilde homenaje sin mencionar la incondicional defensa que hizo Néstor Kirchner de los gobiernos democráticos de nuestra región. En los últimos años en América Latina vivimos algunos episodios en los que se atacó a legítimos jefes de estado con la intensión de derrocarlos. Sin duda, debería ser un motivo de orgullo para todos los argentinos habernos acostumbrado a ver a Néstor participar activamente en la defensa de los mandatarios democráticos, protegiendo algo que no resulta necesario explicar lo que acarrea su pérdida.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith

domingo, 24 de octubre de 2010

Alerta

El 16 de octubre en ocasión de una conferencia de su partido -la Unión Cristiano Demócrata (CDU)- la canciller alemana Angela Merkel se pronunció sobre el multiculturalismo, y lo hizo de un modo al menos polémico. Lo que ella dijo fue que los esfuerzos por vivir en una sociedad multicultural habían fracasado completamente. Esta declaración fue noticia en todos los diarios del mundo.

Antes que nada, debemos comprender qué es lo que significa el multiculturalismo, para luego poder formarnos una opinión e intentar percibir las implicancias de los dichos de la mandataria alemana.


Lo que se conoce con el nombre de multiculturalismo es el intento de vivir en una sociedad plural. Una sociedad que se muestre solidaria recibiendo y albergando en su interior a hombres y mujeres de diversos orígenes, religiones, etnias, nacionalidades, convirtiéndolos en sujetos de pleno derecho. En la historia no faltan ejemplos tanto de sociedades democráticas y tolerantes que se ajustan a estos principios, como de aquellas que se sitúan en el extremo opuesto.

Todos sabemos que Alemania es un país sumamente particular (por utilizar un término) en relación a estos temas. No podemos olvidar nunca que el nazismo tuvo sus orígenes en el seno de la sociedad alemana.

Con más elementos sobre la mesa, la frase de Merkel “el multiculturalismo ha fracasado completamente” no hace otra cosa que alarmarnos. Los tintes xenófobos brotan inmediatamente. Luego aparece la discriminación, la no aceptación del diferente, la falta de tolerancia y la jerarquización de las personas. Preocupante.

Subyace el desprecio hacia aquellos que emigran buscando un futuro mejor. El rechazo hacia aquellos que con mucho sacrificio y, sobre todo, con trabajo buscan integrarse a sociedades que les son extrañas. Abandonar el lugar de nacimiento implica, en muchos casos, un sufrimiento que sólo conocen quienes se vieron obligados a hacerlo.

Está claro que los países, en el ejercicio de su soberanía, tienen la facultad de imponer las políticas sobre inmigración, nacionalidad y nacionalización, que les parezcan más adecuadas. Ahora bien, estas políticas deberían establecerse siempre a partir de criterios razonables, teniendo en cuenta las características propias e irrepetibles de cada Estado. Sin embargo, muchas veces notamos que están basadas en discriminaciones arbitrarias, por motivos de raza, sexo, religión, entre otras cosas.

Conocemos las consecuencias que traen aparejadas esas formas de discriminación, por eso tenemos que mirarlas con preocupación, con ojos críticos, y estar siempre alertas.

“A principios de los 60 nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros
para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos
engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar en algún momento se
irán'. Pero esto no es así”
Angela Merkel

Los sucesos de la historia, tanto los buenos como los malos, tienen que servirnos para aprender, y en todo caso estar muy atentos ante manifestaciones de este tipo. El mundo es uno sólo y es de todos, y es de nadie. Valores como la tolerancia, el respeto a la diversidad están más allá de cualquier ideología y religión.

Elevemos el piso de la discusión, situémoslo sobre estas bases. Abajo está lo que todos sabemos y no queremos.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith

domingo, 17 de octubre de 2010

Sala de espera


“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las
que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada
limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital
móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las
empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección;
protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público;
organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción
en un registro especial.Queda garantizado a los gremios: concertar convenios
colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de
huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su
empleo.El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá
carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro
social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales
con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con
participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes;
jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la
defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a
una vivienda digna”
[1].



Partamos de una concepción amplia del concepto trabajo. El trabajo, como tal, le proporciona a la gran mayoría de las personas el sustento necesario para llevar adelante su vida, es decir, por medio de él obtienen un salario que les permite satisfacer sus necesidades. A su vez, trabajando se dignifican y obtienen derechos básicos, o por lo menos deberían obtenerlos.

En el potencial utilizado hacia el final del párrafo anterior radica el problema. El mundo del trabajo, sin dudas uno de los más masivos que hay, no es siempre garantía de sujetos del pleno derecho. Estamos hablando de flexibilización y precarización laboral.

El neoliberalismo, teniendo en Argentina su época de esplendor en los años ´90 con el menemismo, dejó una profunda huella en nuestro país que incluso puede remitirse a la última dictadura militar. Fueron años, entre otras cosas que los argentinos bien recordamos, de desregulación del mercado laboral, de retiro del Estado, de desprotección de los más débiles.

No es aventurado decir que es más fácil desarticular ciertas conquistas sociales o destruir las redes de solidaridad de una sociedad que volver a erigirlas. Por lo tanto, podemos comprender cómo las reformas neoliberales extienden su influencia tantos años después.

Centrémonos en nuestro tema: el mercado laboral de hoy en día. En nuestro país los trabajadores, y estamos refiriéndonos tanto a profesionales como no, con el objetivo ingresar al mercado muchas veces se ven obligados a aceptar condiciones que no son las adecuadas y, a pesar de ello, pareciera que deben estar agradecidos por tener la posibilidad de trabajar.

Se observa la proliferación de tan diversas como irregulares formas de contratación de personal, todo el ingenio puesto al servicio de una lógica por la cual se persigue el ahorro del empleador a costa del trabajador con un aura (muy débil por cierto) de legalidad.

Resultado: trabajadores que no perciben nada más allá del salario. Sin aguinaldo ni estabilidad laboral, con los aportes previsionales y la obra social a su cargo y sin protección gremial obtenemos como consecuencia un trabajador frágil y completamente sujeto a la voluntad del empleador. Preso de contratos volátiles, con una duración predeterminada y sin complicaciones para su rescisión, el trabajador puede dejar de serlo de un instante para el otro. Por lo tanto, deberá ser lo más disciplinado posible y agradecer la posibilidad que tiene de trabajar, ya que continuamente se le recordará que la sala de espera para reemplazarlo está llena.

En esas condiciones es obvio que el trabajo ni dignifica ni libera, ni es un ámbito propicio para la realización personal, sino todo lo contrario, se vuelve un ámbito de opresión y explotación (tal vez el más importante y el más viejo de la historia).

Las cosas claras: el trabajador en relación de dependencia tiene que gozar de los derechos que le provee la legislación laboral, que se creó y desarrolló con un objeto primordial: protegerlo. ¿Qué acuerdo de voluntades, qué contrato puede celebrarse entre partes tan desiguales? El derecho del trabajo viene a brindarnos herramientas para corregir esa situación, al amprar a la parte débil, a la que tiene que poner lo más preciado que posee: su tiempo y que necesita de la remuneración para comer, vestirse y vivir.

Evidentemente, y aún hoy en el 2010, a los empleadores les cuesta entender que no tienen la facultad de elegir si cumplen o no con las obligaciones que surgen de la constitución, y de las leyes que se dictan en su consecuencia. Joaquín V Gonzáles decía "No son, como puede creerse, las «declaraciones, derechos y garantías», simples fórmulas teóricas: cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen poseen fuerza obligatoria para los individuos, para las autoridades y para toda la Nación. (...)".

La sala de espera está llena.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith


[1] Artículo 14 bis de la Constitución Nacional Argentina.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Los chicos, a la escuela

El 29 de septiembre de 2010 la Cámara de Senadores de la Nación dio medio sanción al proyecto de ley 2690-S-2010[1], que establece la creación del Servicio Cívico Voluntario para chicos de entre 14 y 24 años.

Antes de considerar al proyecto en sí, consideremos que el mismo pone de manifiesto una situación anómala: la de aquellos chicos que se encuentran en edad escolar y, sin embargo, están fuera del sistema educativo. Por lo tanto, es un punto a favor que nuestros representantes demuestren preocupación por dicha población.
Ahora bien, analicemos en la solución que se propone. La creación del SCV busca reinsertar a estos chicos en la escuela permitiéndoles terminar los estudios obligatorios y, a la vez, facilitarles la inserción laboral por medio del aprendizaje de un oficio. Atención. Los chicos desarrollarán estas actividades en instalaciones de las Fuerzas Armadas.

Realicemos algunas preguntas. ¿Quiénes son aquellos chicos de 14 a 24 años que no están en la escuela? No hay que ser muy astuto para saber que, seguramente, son chicos con bajos recursos, de familias humildes y que habitan en zonas vulnerables, es decir, sectores marginados de la sociedad. ¿Qué vamos a hacer con ellos? Enseñarles oficios para que puedan insertarse laboralmente, en una edad en la cual no hay por qué pensar en ello ¿Dónde van a estar? En lugares donde los demás chicos no están, es decir, separados, marginados aún más. ¿Lograremos reinsertar a estos chicos?...

Tal como dijimos, la preocupación por los chicos alejados del sistema escolar es algo que resulta ineludible, pensando a la educación como uno de los pilares básicos de nuestra sociedad. Sin embargo, debemos poner nuestros mayores esfuerzos en que los chicos estén en la escuela, que los que no estén vuelvan y que los que están no se vayan. Debemos buscar que los chicos aprendan y se diviertan en el ambiente que está diseñado para eso y con las personas que saben de eso.

Aprender un oficio y pensar en trabajar en manos de personas que nada tienen que ver con ellos, no puede ser nunca la solución. No podemos dejar de valorar que las leyes se aplican a sociedades determinadas y con una historia particular. Por eso, no es agradable pensar que las Fuerzas Armadas serán quienes amparen a estos chicos.

No podemos hacer normas que reflejen y consoliden desigualdades. No podemos poner pisos y techos más altos y más bajos para algunos chicos y para otros no. No podemos contribuir a la marginación y a la estigmatización, menos aún desde el sistema educativo.

Debemos buscar que el sistema educativo sea cada vez más universal, más atractivo y sea un factor de libertad e igualdad. No debemos darle a todos lo mismo, debemos darle a cada cual según su necesidad, para que todos estén adentro.

Los chicos, a la escuela.

Hasta la próxima, siempre…

N.R.