domingo, 5 de diciembre de 2010

Núcleo

A lo largo de la historia, el régimen político siempre fue objeto de estudio y análisis. La búsqueda del mejor o más apropiado para el desarrollo de la vida humana fue una continua preocupación que se registra, al menos, desde que nuestros tiempos son documentados.


De la mano con la anterior indagación, se presenta la búsqueda de fundamentación a la necesidad que tiene toda sociedad de que algunos manden y otros obedezcan, siendo los primeros uno o unos pocos y los segundos la gran mayoría.


No es nuestra intención hacer un recorrido histórico por las diferentes respuestas que los hombres se dieron a estos interrogantes. Actualmente, la gran mayoría de nosotros vivimos en países en los cuales es el pueblo quien gobierna, poseyendo derechos y obligaciones y creyendo en un entramado legal por el cual ciertas personas, temporalmente, son elegidas para dirigir los destinos del país.


La democracia es, para muchos de nosotros, el mejor régimen para vivir. Una democracia en la que el pueblo pueda gobernar verdaderamente por medio de sus representantes, en la que crea en dicho vínculo subjetivo y tenga razones para ello. Una democracia que incluya cada vez a más y que los incluya mejor. Una democracia más democrática y más republicana.


Estos últimos días se desarrollaron dos cumbres de mandatarios regionales, la de la Unasur y de Iberoamericana. Si bien, necesariamente, los temas tratados y los participantes no fueron los mismos, en ambas sobresalió un espíritu compartido.


La unidad latinoamericana fue objeto de análisis en otro artículo, sin embargo ahora queremos detenernos en la unidad en el respaldo al régimen democrático.


La cláusula democrática, suscripta por todos los países de América del Sur, establece que cualquiera de ellos que se aleje de dicha régimen es inmediatamente expulsado de la Unasur. Esto no implica solamente el establecimiento de un rápido mecanismo de respuesta ante una posible vulneración de la soberanía de alguno de los países. Representa, a su vez, una firma declaración de principios. No de menor importancia por nuestra historia y nuestro presente.


El establecimiento de democracias con las características que más arriba describimos suelen ser procesos que afectan intereses poderosos, que no se acostumbran fácilmente a no ser privilegiados. Es, por lo tanto, de gran significación el respaldo que adquieren con la cláusula democrática.


Iberoamérica fue también escenario de dictaduras, sangrientas y, valga la redundancia, duras. Resulta, a nuestro juicio, más que un dato de color que el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, no haya podido estar presente en Mar del Plata debido a que su país está inmerso en una gran crisis. Y, cuanto menos paradójico observar cuáles son las medidas que se toman para salir de ella.


Como dijimos, los procesos de democratización son largos y generan poderosas resistencias. Como estamos viendo, deben tomarse como núcleos básicos de consenso. Y responder con más y mejor democracia.


Hasta la próxima, siempre…


Winston Smith

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