domingo, 24 de octubre de 2010

Alerta

El 16 de octubre en ocasión de una conferencia de su partido -la Unión Cristiano Demócrata (CDU)- la canciller alemana Angela Merkel se pronunció sobre el multiculturalismo, y lo hizo de un modo al menos polémico. Lo que ella dijo fue que los esfuerzos por vivir en una sociedad multicultural habían fracasado completamente. Esta declaración fue noticia en todos los diarios del mundo.

Antes que nada, debemos comprender qué es lo que significa el multiculturalismo, para luego poder formarnos una opinión e intentar percibir las implicancias de los dichos de la mandataria alemana.


Lo que se conoce con el nombre de multiculturalismo es el intento de vivir en una sociedad plural. Una sociedad que se muestre solidaria recibiendo y albergando en su interior a hombres y mujeres de diversos orígenes, religiones, etnias, nacionalidades, convirtiéndolos en sujetos de pleno derecho. En la historia no faltan ejemplos tanto de sociedades democráticas y tolerantes que se ajustan a estos principios, como de aquellas que se sitúan en el extremo opuesto.

Todos sabemos que Alemania es un país sumamente particular (por utilizar un término) en relación a estos temas. No podemos olvidar nunca que el nazismo tuvo sus orígenes en el seno de la sociedad alemana.

Con más elementos sobre la mesa, la frase de Merkel “el multiculturalismo ha fracasado completamente” no hace otra cosa que alarmarnos. Los tintes xenófobos brotan inmediatamente. Luego aparece la discriminación, la no aceptación del diferente, la falta de tolerancia y la jerarquización de las personas. Preocupante.

Subyace el desprecio hacia aquellos que emigran buscando un futuro mejor. El rechazo hacia aquellos que con mucho sacrificio y, sobre todo, con trabajo buscan integrarse a sociedades que les son extrañas. Abandonar el lugar de nacimiento implica, en muchos casos, un sufrimiento que sólo conocen quienes se vieron obligados a hacerlo.

Está claro que los países, en el ejercicio de su soberanía, tienen la facultad de imponer las políticas sobre inmigración, nacionalidad y nacionalización, que les parezcan más adecuadas. Ahora bien, estas políticas deberían establecerse siempre a partir de criterios razonables, teniendo en cuenta las características propias e irrepetibles de cada Estado. Sin embargo, muchas veces notamos que están basadas en discriminaciones arbitrarias, por motivos de raza, sexo, religión, entre otras cosas.

Conocemos las consecuencias que traen aparejadas esas formas de discriminación, por eso tenemos que mirarlas con preocupación, con ojos críticos, y estar siempre alertas.

“A principios de los 60 nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros
para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos
engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar en algún momento se
irán'. Pero esto no es así”
Angela Merkel

Los sucesos de la historia, tanto los buenos como los malos, tienen que servirnos para aprender, y en todo caso estar muy atentos ante manifestaciones de este tipo. El mundo es uno sólo y es de todos, y es de nadie. Valores como la tolerancia, el respeto a la diversidad están más allá de cualquier ideología y religión.

Elevemos el piso de la discusión, situémoslo sobre estas bases. Abajo está lo que todos sabemos y no queremos.

Hasta la próxima, siempre…

Winston Smith

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